MATERIA Y ESPACIO: ARQUITECTURA EN DIÁLOGO

                  El sistema espacial y el sistema material no son conceptos independientes sino que ambos se complementan para lograr una experiencia. Mientras el sistema espacial se encarga de la organización de recorridos, percepciones o relaciones, el sistema material da forma a esa organización creando diferentes atmósferas. Juntos, alcanzan una narrativa arquitectónica que no solo se compone de técnica, sino también de estética y emociones, las cuales establecen un diálogo con el entorno.

                  El sistema espacial puede entenderse como una secuencia que guía al cuerpo a través del espacio. Esto se construye a través de la luz, de patrones en el diseño, de ritmo, entre otras cosas. Pero para lograr eso, se necesita el sistema material. La textura de los muros, la temperatura, el sonido: todos esos elementos afectan cómo se percibe un espacio. Aquí es donde entra la lógica estructural o, el modo en que los materiales soportan un peso, aíslan sonidos o regulan la ventilación. Esta lógica tiene que cumplir con unos conceptos técnicos pero, a la misma vez tiene que crear una experiencia sensorial. Así hay un perfecto balance entre el espacio y el individuo.

                  Por otro lado, ambos sistemas deben responder a la naturaleza y al clima. El sistema espacial puede ser funcional no importando los cambios climáticos, sin embargo, el sistema material debe seleccionar componentes que sean resistentes y adaptables a las condiciones externas. Y esa selección debe ser una forma de dialógo. La arquitectura se incrusta en su contexto, eligiendo materiales locales, orientando vistas, y regulando la luz solar. Por eso la lógica del cerramiento se hace presente en esta parte. Está ayuda a que el espacio respire, se transforme y se relacione con lo que lo rodea. De esta manera la experiencia se vuelve menos exagerada y más placentera.

                  En conclusión, el sistema material y el sistema espacial se unen para crear una vivencia. No solo consiste en escoger materiales resistentes o bonitos, sino que esa distribución de materales sea con el propósito de crear una atmósfera significativa. Cada decisión afecta como se vive el espacio. Por tal razón, la arquitectura logra integrar ambos sistemas no solo para que funcione, sino para que conmueva.